Las alcachofas han tenido un papel protagonista en nuestra gastronomía desde hace siglos. El pueblo romano le atribuía efectos afrodisíacos y los griegos creían asegurarse con ellas el nacimiento de varones. Ese pensamiento se trasladó a la Edad Media, desencadenando la persecución de la iglesia al pensar que su consumo excesivo podía perjudicar seriamente el espíritu. Esto elevósu precio en aquella época llegando a ser exclusivo para adinerados.
Así, Catalina de Médici destacada propulsora de la alcachofa se ganó cierta fama a consecuencia de un incidente anterior. Se habituó a montar a caballo convirtiéndose en la primera dama que enseñaba sus enaguas en público;años después, concretamente en 1577, fue protagonista de otra anécdota histórica que dio mucho que hablar en la época. Tras una cena venida a llamarse Noche de Chenonceau, hermoso castillo francés situado sobre el Valle de Loira, organizó un banquete para cortesanos donde se sirvió su plato favorito, beatilles, considerado un manjar. Este plato consistía en fondos de alcachofas rellenos de riñones, mollejas de ternera y crestas de gallo o en forma de patés de carne aparte. Aparte del exquisito plato destacó la falta de recato de las sirvientas, damas de gran cuidadosamente seleccionadas que iban ataviadas con vaporosos vestidos y melena al viento como si fueran ninfas salidas de un mágico bosque.
Hacia el siglo XVII se recomendaba el consumo de fondos de alcachofas para reavivar la pasión en los matrimonios. Esto desató la furia de personajes de la época como el clérigo Furetière, poeta y novelista que despotricaba en un libro sobre jovencitas solteras consumidoras de alcachofas.
Más recientemente, ha tenido otras representaciones menos conflictivas. Un ejemplo es Marilyn Monroe,coronada en 1948 como primera reina de la alcachofa, premio otorgado en el Festival de Castroville, California.