Existe la “leyenda” o el mito de que las alcachofas no combinan bien con el vino. Expertos aseguran que los taninos del vino tinto no casan con la cinarina de las alcachofas, que es el elemento que les da muchas de sus propiedades beneficiosas (sobre todo para la digestión).
Los vinos más apropiados, y los más recomendados, son los vinos blancos, sobre todo los de la familia de las manzanillas y jereces (Sherry), que son más secos y tienen más cuerpo. La diferencia de denominación viene simplemente del lugar de crianza del vino – la manzanilla se le llama únicamente a aquellos vinos provenientes de Sanlúcar de Barrameda en Cádiz – , combinando muy bien con las alcachofas por su sabor algo salino, que también encontramos en las alcachofas. La base principal del maridaje es encontrar sabores parecidos en los alimentos y el vino.
Otro vino que podemos usar para acompañar un buen plato de alcachofas es el vino rosado, fresco y ligero, que compense el sabor fuerte de las alcachofas, pero que no resalte mucho en la lengua, porque el resultado puede ser que no disfrutemos ni del plato ni del vino.
Como en esto de los maridajes también se dice que no hay normas fijas, todo depende de nosotros, de lo que nos guste o lo que no, igual pruebas unas alcachofas Cynara con un vino tinto y te gustan, ¡quién sabe!